miércoles, 9 de enero de 2013

Todo negro

Hoy la idea de matarme vuelve a presentarse con fuerza. Tengo planes, pero lo veo todo negro. Y suicidarse parece una idea renovadora, tranquilizadora. Utilizo el chat y el blog anónimo como terapia, pero cuando todo está tan negro y te has equivocado tanto como yo, la idea de terminar es más atractiva que Kim Bassinger en su buena época.

Si eligiera un método en particular sería el ahorcamiento. Es lo más fácil, lo más a mano. Cuando uno empieza a hablar así, ahora que retomo la escritura después de unas horas y lo veo con algo de distancia, se encuentra en un punto de vista muy particular. Desde fuera todo lo que escribes puede dar incluso algo de repugnancia. Lo digo porque lo veo normal: repugnancia por alguien que quiere acabar con una vida, simplemente. 

En cualquier caso, después de varias horas de fuerte convencimiento mental de intentar ahorcarme en breve, escribo este post sobre uno de los métodos más utilizados y el que yo mismo utilizaría en caso de decidirme, el ahorcamiento.

Al principio pensaba que sería complicado encontrar un lugar donde dejar mi cuerpo colgando de una soga y más hacerlo para lograr romper el cuello y que la muerte fuera inmediata. Después de investigar un poco sobre el llamado método del detergente, encontré referencias a The complete manual of suicide, escrito por Wataru Tsurumi en 1993. 

En noticias sobre este polémico libro (no está traducido ni siquiera al inglés, hasta donde sé) leí que el estrangulamiento causa la muerte también por la falta de riego cerebral. Ni siquiera hace falta dejar caer todo el peso del cuerpo, sino que desde un picaporte puedes estrangularte, perdiendo el conocimiento en pocos minutos y la vida en unos cuantos más. Tsurumi da consejos como enjabonar la soga y taparse la boca y los ojos a fin de que el cadáver resulte más estético, o ir al servicio y masturbarse antes de tomar la fatal decisión para no ensuciar el cuerpo con el semen y las heces que automáticamente expulsaría el cuerpo.

El ahorcado muere de una forma u otra dependiendo de cómo haya utilizado el nudo y de si se produce la rotura de las vértebras o  no. Pero básicamente se comprimen la tráquea y las arterias carótidas. Como he dicho, dependiendo del nudo se produciría una asfixia, por la oclusión de las vías respiratorias por parte de la lengua y por otra la anoxia o hipoxia cerebral. Dependiendo de si el nudo está en un lado u otro las venas se bloquearán o no, resultando así el cadáver en un color azulado o no. Esta pequeña información está sacada de aquí, aunque pueden encontrarse estudios, criminológicos y de medicina forense, bastante más meticulosos.

En lo que a mí respecta, me interesa que el ahorcado al principio comienza a sentir un pitido fuerte en los oídos y a ver lucecitas, probablemente agitándose compulsivamente para tratar de zafarse del ahorcamiento perdiendo luego la conciencia. Si algún experto lee y estoy equivocándome, por favor corrijamé. Creo que es una manera fácil de caer inconsciente y morir, más aún si puedes tomar varios ansiolíticos antes. Tuve una experiencia de pérdida de conciencia mediante este mecanismo de pequeño: un amigo algo bruto me estranguló con un chaleco y caí desmayado. Mucha gente puede saber qué se siente por ese macabro juego en el que los niños juegan a perder la consciencia semiestrangulándose.

Aquí hay más información sobre este método particular. Se considera que tiene entre un 77 y un 88 por ciento de eficacia, muy por encima del corte de venas o la ingestión de medicamentos. Aunque con estadísticas más altas de éxito, el acceso a un arma es difícil en España. Quizá el desprendimiento desde un edificio alto también sea más complicado, además de tener menos éxito en general y ser más requerir también más coraje (si es que se puede llamar así).

En fin, es solo un vistazo, mis impresiones sobre la forma de suicidio que yo mismo elegiría. Si estás pensando en ahorcarte, estás pensando lo mismo que yo durante muchos momentos en mi día a día. Es complicado convivir con ello pero si buscas siempre encontrarás respuestas positivas a tu pregunta de ¿por qué seguir viviendo? Existen muchos más factores a favor de seguir viviendo que de suicidarse. No estoy hablando de la eutanasia sino de una situación vital concreta desesperada. No soy un ejemplo a seguir probablemente, pero sí un ejemplo de que el momento del suicidio siempre puede postergarse y, en ese margen, también pueden siempre encontrarse pequeños momentos de paz, por breves que sean. A lo mejor, de momento, no podemos aspirar a más.

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