miércoles, 23 de enero de 2013

Dormir

He leído por ahí que el momento más feliz de los que atraviesan  una depresión es dormir. A lo mejor por eso he terminado levantándome todos los días demasiado tarde y hoy, definitivamente, llevando el mal hábito a su cima. Me he despertado a las nueve y media, le he dado dos ostias al despertador, me he vuelto a despertar a las once y media, lo he apagado y me he quedado en la cama hasta las cuatro de la tarde. ¡Hoy tenía la casa para mí solo hasta tarde, así que nunca jamás lo sabrá nadie!

Lo mejor es que después no he estado especialmente triste ni sentía mucho remordimiento. Pero cuando ha llegado, hace un par de horas, el principio del final del día, otra vez todo se ha vuelto negro. Estaba medio contento hoy, pensando que las perspectivas que tengo no son tan malas. El problema es que luego llega la realidad, mi realidad personal, mi ahora, y se las arregla perfectamente para dejarme decidiendo otra vez que mañana por la mañana, que volveré a estar solo, lo mando todo a freír espárragos definitivamente.

Hoy no he visto nada relacionado con el suicidio, pero me he empezado a leer El lobo estepario, porque me han dicho que el protagonista toma su idea de suicidio como base para entender el mundo y enfrentarse a él. No sé si me está pasando lo mismo, pero sé que, aunque las cosas siempre puedan ir a peor, ahora mismo yo estoy resbalando por el fondo de un pozo húmedo y oscuro y cada vez que intento impulsarme deslizo y me pego en la mollera de lleno con el suelo.

Que me pase esto tiene un problema, como ya vengo diciendo. Si había cogido la rutina de ir al gimnasio, por ejemplo, pensar todos los días que la mañana siguiente me quedo en casa para suicidarme hace que al final ni me suicide, ni vaya al gimnasio, ni haga nada de nada. Así está el tema... pero a pesar de todo sigo haciendo mis cositas. Me he quedado sin energías, mi vida es un desastre desorganizado, pero ey, a las clases de idiomas asisto religiosamente y hago todas las tareas. También están los otros estudios que estoy haciendo, que los he mandado al garete pero hoy había retomado, con buen ánimo incluso. Y nada, luego llega el momento en el que no puedo decidir ni siquiera si irme un fin de semana con mis tíos porque no tengo dinero para el autobús y toda la situación me quiebra como a un espantapájaros. 

Por cierto, sé que corro el riesgo de engancharme a los ansiolíticos porque los uso a veces como vía de escape, más que por necesitarlos realmente. Los que los hayan probado sabrán que te quedas así asobinado y con una sensación agradable. En el prospecto anuncian el riesgo de adicción. En cualquier caso, si necesitas ansiolíticos, úsalos, ¿qué más da? ¿Para qué toda esa angustia y ese pain in the ass? Ya lo habrás sufrido bastante. Digo esto porque yo estoy medicándome y quiero dejarlo. Noto mucho el tratamiento, y los ansiolíticos, que tomo solo cuando necesito, también. Tengo ganas de entrar en un estado no-químico.

Gracias a Dios, aunque aún tenga este tipo de pensamientos que explico, sé que estoy infinitamente mejor que hace unos meses. Y quiero ver si puedo estar bien con mi propia química cerebral, sin añadirle nada. De todas formas quiero que sepáis que va a ser una negociación con el médico: no dejéis tratamientos a la deriva por vuestra propia cuenta. Tengo experiencia en eso también, y no es buena.

Hablando de química cerebral, os dejo con Bobby Bare Jr., probablemente otro experto en el tema, pregonando sobre el problema:





1 comentario:

  1. Harry Haller era un hombre con dos personalidades siempre en lucha permanente, una racional y lógica y otra libre,salvaje y animal. Quién ganará...?

    :)auhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh

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